La Bombonera se abrió para evitar el desborde

Difícil encontrarle un paralelo al festejo de los hinchas de Boca tras la tercera conquista de la Copa Europeo-Sudamericana. ¿Con qué compararlo? Quizá, sólo con la llegada del seleccionado argentino tras el Mundial de México, en 1986, porque el delirio que se desató tras el subcampeonato de Italia 90 fue superado ampliamente en cantidad de gente, en duración, y también en descontrol.

Fue tan grande la masa de hinchas que se acercó hasta la Bombonera para recibir al plantel que la situación se transformó en una bomba de tiempo. Cuando la gente se enteró de que el ómnibus de Boca entraría por la Bombonerita, evitando al grueso de público, hubo corridas y aglutinamientos peligrosos. Apenas arribó el plantel, por los altoparlantes se escuchó que se abrirían las puertas de la cancha. Claro, el dispositivo de seguridad no lo tenía en cuenta y se vio desbordado por los 15.000 hinchas. "La recepción dejó a todo el mundo shockeado. Hubo cien veces más gente que en 2000. Nos desbordaron. Por eso quería que los jugadores pudieran saludar a la gente en la cancha, ya que afuera no se la podía contener", le dijo Mauricio Macri, titular xeneize, a la agencia Télam.

Una vez adentro, varios hinchas pasaron de la popular a la platea baja. Cuando salió el equipo a dar la vuelta olímpica, muchos invadieron el campo; el equipo amenazó con retirarse y Abbondanzieri y Cascini hasta increparon y empujaron a algunos de los intrusos. Carlos Bianchi también pidió calma y el festejo fue limpio, hasta que tres hinchas saltaron y abrazaron a Tevez (uno intentó sacarle la Copa conseguida en Japón); ahí intervino uno de los seis policías que trataban de controlar lo incontrolable, mientras los familiares de los jugadores huían despavoridos de la tribuna.

Por Hernán Finessi

fuente: LA NACION, 17/12/2003